El Moscatel de Chipiona está haciendo algo que pocos vinos logran: enamorar a quien lo prueba, sin más artificio que su verdad.
Hay algo en su aroma, en su dulzor equilibrado, en su historia, que convierte cada copa en una experiencia auténtica.
No se puede hablar del Moscatel sin hablar de Chipiona.
Esta localidad gaditana, bañada por el sol del Atlántico y por la brisa costera, tiene el microclima perfecto para el cultivo de la uva Moscatel de Alejandría.
La albariza blanca, los inviernos suaves y los veranos cálidos hacen posible una maduración lenta y rica en aromas.
El Moscatel Especial Dorado “Los Madroñales” concentra la esencia de la viña chipionera: frescura, profundidad y notas florales que no se olvidan.
Quienes prueban el Moscatel Selecto “Los Madroñales” lo comentan a menudo: es redondo, expresivo, pero ligero.
Perfecto tanto para iniciarse como para redescubrirlo desde otra perspectiva.
El verdadero impacto del Moscatel no está solo en la cata, sino en lo que deja en la memoria.
Su perfil aromático, su textura sedosa y su forma de envolver el paladar hacen que muchos lo asocien a momentos especiales: una sobremesa en familia, un brindis en una feria, una charla con alguien que hace tiempo no ves.