Las torrijas son un claro ejemplo de cómo un plato puede trascender fronteras y tiempos.
Documentadas ya en la antigua Roma, donde eran conocidas como “aliter dulcia” (plato dulce), las torrijas aparecen descritas en un recetario romano de Marco Gavio Apicio, nacido el 25 a. C, del siglo I.
Este plato, que tenía como base una rebanada de pan remojada en leche y luego fritas (de aquellas aún no estaba el huevo presente), era endulzado con miel.
A lo largo de los siglos, la receta se adaptó y evolucionó, encontrando un lugar especial en la gastronomía de España, donde se incorporaron ingredientes como la canela y el azúcar, elementos que hoy son característicos de las torrijas españolas.
En la época medieval, este postre tuvo varios nombres en Europa, conocidos en Francia como: suppe dorate, soupys yn dorye, tostées dorées o pain perdu.
No fue hasta el siglo XIV, cuando el cocinero Guillaume Tirel documentó este postre, haciendo uso del huevo batido antes de freírlo, para luego, darles un buen baño de azúcar.
Así, aunque su origen exacto puede ser difícil de calcular, lo que es indiscutible es que las torrijas son un legado de la cocina de aprovechamiento, una deliciosa solución a la abundancia de pan y la necesidad de conservar los alimentos en tiempos pasados y más complicados.
Con el tiempo, este postre sencillo se ha convertido en un símbolo de la cocina tradicional, especialmente en España, donde las torrijas son un dulce inseparable de la Semana Santa y la Cuaresma.
En España, las torrijas comenzaron a adquirir su identidad propia durante la Edad Media.
Este período vio la fusión de las tradiciones culinarias de los romanos, los judíos, los cristianos y los musulmanes, cada uno aportando sus propios ingredientes y técnicas a la península.
Con el tiempo, las torrijas españolas se convirtieron en más que un mero aprovechamiento del pan sobrante; se transformaron en un símbolo de festividad y celebración, especialmente asociado a la Semana Santa y la Cuaresma.
Pero de esto, ya hablamos con mayor detalle más adelante.
La dulzura y riqueza de este postre contrastan con la sobriedad de la Cuaresma, ofreciendo un momento de gozo y celebración en medio de la solemnidad.
En la actualidad, aunque las prácticas de ayuno y abstinencia pueden haber desaparecido para la mayoría de la sociedad actual, las torrijas siguen siendo un elemento esencial de la Semana Santa en España.
Su presencia en las mesas durante esta época es un homenaje a las tradiciones del pasado y una celebración de la cultura y la identidad españolas.
Las torrijas no son solo un postre, sino también un símbolo de la historia y el espíritu de un tiempo que es central en la vida española.
Cada bocado de torrija, durante la Semana Santa, se saborea no solo un delicioso postre, sino también un pedazo de historia, por lo que, desde La Mallorquina, te animamos a que pruebes este pedazo de dulce histórico con tus seres queridos en estas fechas.