Los vinos Tempranillo de calidad tienen una gran personalidad propia, que refleja todos los cuidados que se deben poner, tanto en el cultivo de la vid como en los procesos de elaboración, para producirlos.
Así, los vinos Tempranillo suelen destacar por su color intenso, mostrando los tintos jóvenes tonos violáceos, malvas y azulados, brillantes y llenos de reflejos.
Colores que evolucionan hacia naranjas profundos, rojos y granates en el caso de los vinos con más crianza.
Y es que a pesar de que podamos tender a asociar los vinos Tempranillo con vinos jóvenes, lo cierto es que este tipo de vinos pueden ser los candidatos perfectos para procesos de envejecimiento prolongados, ya que la crianza en barricas de roble les sienta de maravilla.
En la fase aromática de la cata, los Tempranillo de calidad se caracterizan por las notas frutales y florales, sobre todo cuando son vinos jóvenes.
Aquí es fácil que apreciemos matices de cereza, de fresa, de ciruela o de otros frutos rojos o de frutos del bosque.
También pueden ser reconocibles recuerdos a hierbas aromáticas, violetas, lácteos, yogur o caramelo.
En el caso de los vinos Tempranillo con más crianza, persiste el carácter afrutado, pero este cede parte del protagonismo en favor de aromas más complejos, como la vainilla, el clavo, el tabaco o el cuero.
Y en algunos casos también podremos percibir matices de café, cacao, chocolate o coco.
Siempre mostrando un buen equilibrio entre aromas, mostrándose estos de forma ordenada y sin estridencias.
Una vez en boca, los buenos Tempranillos son vinos elegantes, caracterizándose una vez más por el perfecto equilibrio entre unos niveles de acidez y una concentración de azúcares y alcohol moderados.
Son vinos estructurados, de cuerpo medio y fáciles de beber, que se benefician del paso por barrica mostrando unos taninos suaves y afinados.
Finalmente, cabe destacar que aunque la variedad Tempranillo se emplea de forma muy mayoritaria en la elaboración de vinos tintos, cada vez más habitual encontrarse también con vinos blancos que incorporan esta variedad.
Podemos disfrutar incluso de vinos monovarietales de Tempranillo blanca, una variedad aparecida en 1988 en La Rioja a partir de una mutación natural de Tempranillo tinta.
Estos vinos blancos de Tempranillo suelen mantener el carácter afrutado y floral de los tintos, son también equilibrados y de buena estructura, frescos, fáciles de beber y de taninos bien redondeados.
En algunos casos admiten incluso el paso por barricas de roble, que tan bien sienta a los vinos de la variedad Tempranillo.
Vinos Tempranillo de Bodegas Franco-Españolas
Como hemos visto, los vinos Tempranillo de calidad se definen por su elegancia y por un medido equilibrio.
Esto los convierte en vinos ideales para cualquier ocasión, gracias a su gran versatilidad a la hora del maridaje, que les permite realzar el sabor de casi cualquier bocado sin llegar a eclipsarlo.
Son, por ejemplo, una opción ideal para llevar a una cena con amigos, cuando no conocemos el menú de antemano.
Y así, este tipo de vinos puede acompañar perfectamente a platos contundentes, como carnes rojas, asados o guisos; pero también puede ser perfecto con pastas, pizza, pescados como el salmón o el atún, embutidos y, cómo no, también con quesos.
En Bodegas Franco-Españolas, nuestro vino Bordón D’Anglade Crianza un vino tinto de color picota, con matices aromáticos de frutos rojos, especias y fondo de regaliz.
Un vino equilibrado, perfecto para compartir en las reuniones con los seres queridos.
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