La leche de vaca es considerada un pilar en la alimentación mundial, debido a que ofrece una gama diversa de beneficios nutricionales que la hacen destacar como uno de los alimentos más completos y accesibles para personas de todas las edades.
La leche de vaca es una fuente excepcional de proteínas de alto valor biológico, que son esenciales para el desarrollo, crecimiento y reparación de músculos y tejidos.
Es fundamental para mantener huesos y dientes fuertes.
El calcio de la leche es altamente biodisponible, lo que significa que el cuerpo puede absorberlo y utilizarlo de manera eficiente.
La leche de vaca contiene vitaminas A, D, E y del complejo B, así como minerales como potasio, fósforo y magnesio.
Estos nutrientes son cruciales para diversas funciones corporales, incluyendo la salud cardiovascular y el funcionamiento muscular.
Con un alto contenido de agua, la leche contribuye significativamente a la hidratación del cuerpo, siendo incluso más efectiva que algunas bebidas isotónicas después del ejercicio.
Las grasas presentes en la leche ayudan en la absorción de vitaminas liposolubles y proporcionan una fuente de energía.
Algunos estudios sugieren que el consumo de leche puede ayudar a reducir la presión arterial, mejorando la salud cardiovascular.
El aporte de proteínas de la leche ayuda a prevenir la disminución de la masa muscular, especialmente en adultos mayores de 40 años, contribuyendo así a mantener una buena salud muscular.
Algunas personas no producen suficiente lactasa, la enzima necesaria para digerir la lactosa, lo que puede causar molestias digestivas como hinchazón, diarrea y acidez gástrica.
Aunque es un alimento muy completo, la leche carece de fibra y aporta bajas dosis de hierro y vitamina C, lo que puede ser una desventaja en una dieta desequilibrada.
En personas con enfermedades inflamatorias como la artritis, el consumo de leche podría ocasionar más inflamación, aunque los estudios al respecto son contradictorios.
En personas con anemia ferropénica, la lechecouldificultar la absorción de hierro debido a su alto contenido de fósforo y calcio.
El contenido en grasas saturadas y caseína de la leche podría aumentar los niveles de colesterol en algunas personas, lo que puede ser un riesgo para la salud cardiovascular.