Una carta segura a la hora de maridar pescados es el sauvignon blanc.
Gracias a su frescor y acidez, acompaña muy bien los productos del mar.
En general, vinos blancos frescos y crujientes, rosados o tintos de cuerpo medio o ligero, se consideran las mejores alternativas.
Lo importante es evitar vinos con mucho cuerpo, ya que sus taninos chocarán incluso con una gota de jugo de limón, uno de los ingredientes más comunes que se añade a los pescados.
Pinot Noir Dentro de las variedades de uvas tintas, el pinot noir tiene la menor carga tánica.
Una cualidad preferible cuando se trata de acompañar pescados, además de su frutosidad y gran acidez cuando se trata de ejemplares de clima frío como Amelia Pinot Noir.
Este vino acompaña muy bien pescados de textura firme y carnosa como los filetes de atún, más aún si son cocinados a la parrilla.
También puede funcionar con pescados como bonito, caballa, sardinas, albacora, rape, mero o preparaciones que incluyan tomates y pimientos rojos.
Evita añadir limón al pescado, para que los taninos del vino no se sientan desagradables en el paladar.
Cuando se trata de pescados magros, generalmente de carne blanca como la corvina, el lenguado, la reineta o el bacalao, es mejor alejarse de los tintos y optar por cepas blancas que no opaquen su delicada textura y sabor suave.
Una opción para acompañar pescados grasos como el salmón, son los vinos rosados.
Con el frescor de un vino blanco pero un cuerpo más similar al de un tinto, los rosé también son una fantástica opción para pescados de carne rosada, tanto cocidos como crudos.