Vinos blancos, rosados, espumantes e incluso tintos, pueden ser grandes acompañantes.
Para los pescados, la clave está en fijarse en su textura y sabor.
Una clasificación simple y efectiva es pensar si los pescados son: magros y delicados (como el lenguado o el blanquillo); de textura y sabor medio (como la trucha, la corvina o la reineta); carnosos (como la albacora, atún, el salmón el mahi-mahi) o de sabor fuerte (como la caballa, anchoas o sardinas).
Con esta clasificación sería muy fácil encontrar el maridaje buscando una armonía entre ambos, pero rara vez servimos los pescados y mariscos solos o preparados de la forma más sencilla.
Crudos, grillados a la parrilla, horneados o fritos son técnicas que también aportaran textura y sabor al resultado final.
Otro tip importante: dejar de lado vinos tánicos y con guarda en madera nueva.
Si a un pescado magro y ligero como el blanquillo lo preparamos frito, una copa de espumante sería excepcional para limpiar el paladar.
Mientras que, si lo hiciéramos a la plancha, con unas gotas de limón, mucha mantequilla y alcaparras, un Chardonnay con guarda en madera como Marques de Casa Concha Chardonnay funciona perfecto al complementar los aromas y sabores de la mantequilla, pero también para refrescar el paladar con su acidez.
Para pescados de cuerpo y textura media como la trucha, un vino rosado como Marques de Casa Concha Rose Cinsault podría complementar el sabor de este pescado con sus notas minerales, frescas y delicadas.
Los pescados ahumados de forma suave, con ligero sabor dulce, textura firme y grasa, maridan muy bien con vinos rosados o blancos muy crujientes.
Para pescados carnosos y “rosados” como el salmón, el atún, aunque también la albacora y el mahi mahi, estos funcionan mejor con vinos rosados y tintos ligeros que blancos, aunque todo dependerá de la preparación.
Para recetas con tomate, donde hay un mayor punto de acidez para pescados más grasos, un espumante funciona muy bien pero un vino blanco con cuerpo como un Chardonnay son exquisitas alternativas.
Y, por último, para pescados de sabor fuerte como las anchoas o sardinas, necesitan de vinos especialmente crujientes para contrastar, como un Sauvignon Blanc, Albariño o Txacoli.
Este mismo estilo de vinos complementa muy bien pescados crudos en preparaciones como el ceviche.