En una olla grande, derrite la mantequilla a fuego medio-bajo.
Añade las cebollas y cocina lentamente para caramelizar, aproximadamente 1 ½ a 2 horas.
Revuelve ocasionalmente y reduce el fuego si comienzan a dorarse demasiado.
Cuando estén listas, las cebollas estarán suaves y de un color marrón dorado profundo.
Añade la harina, el tomillo y el ajo y cocina durante 60 segundos.
Aumenta el fuego a alto y luego añade el vino, raspando el fondo de la olla para soltar cualquier trozo marrón (fondo).
Cuando el líquido casi se haya evaporado, añade el caldo, la salsa Worcestershire y la hoja de laurel.
Revuelve para combinar.
Lleva a ebullición y luego reduce el fuego para que hierva a fuego lento, sin tapar, durante 10-15 minutos o hasta que se espese.
Enciende el gratinador del horno a alto.
Retira la hoja de laurel de la sopa y deséchala, añade sal y pimienta, y ajusta el sazón al gusto.
Vierte la sopa caliente en un tazón apto para horno y cubre con una rodaja de baguette y una porción generosa de queso Gruyère rallado.
Coloca los tazones de sopa en una bandeja para hornear y colócalos en la rejilla a unos 6 pulgadas del gratinador.
Cocina durante unos 6 minutos o hasta que el queso se derrita y se dore.
Retira la bandeja con guantes de horno resistentes al calor y sirve caliente, teniendo cuidado de no quemarte con el queso caliente y el caldo.