Las legumbres y especialmente la fina piel que las recubre, contienen oligosacáridos cuya molécula está formada por varias moléculas de azúcares simples, tales como la galactosa.
Los humanos no poseemos enzimas capaces de descomponer estos oligosacáridos en nuestro intestino.
Las bacterias del colon, especialmente las del género Clostridium, sí los descomponen convirtiéndolos en gases como el dióxido de carbono, el hidrógeno y el metano.
Para evitar o minimizar la formación de gases y la flatulencia a nivel intestinal tras consumir legumbres podemos optar por lo siguiente:
El remojo es más efectivo si el agua que se vierte sobre las legumbres está hirviendo.
Las legumbres no pueden comerse crudas ya que contienen factores antinutritivos y tóxicos tales como inhibidores de las proteasas, hematoglutininas, etc.
El remojo, la cocción, la germinación u otras formas de procesarlas destruyen estas sustancias.