Las torrijas son uno de los postres más esperados y saboreados durante la Semana Santa en España.
Este dulce, hecho a base de pan duro, leche, huevo y azúcar, no solo es un placer para el paladar, sino que tiene una larga historia que se remonta a tiempos antiguos.
Pero, ¿por qué las torrijas son tan representativas de la Semana Santa?
En el siglo I, el gastrónomo Marco Gavio Apicio, elaboraba un dulce similar llamado "aliter dulcia", que consistía en pan empapado en leche y endulzado con miel, aunque sin huevo.
Las torrijas fueron la respuesta perfecta, ya que se podían preparar con pan duro (de varios días), un ingrediente común en las casas que se utilizaba para evitar el desperdicio de alimentos.
Además, al no contener carne roja, las torrijas se ajustaban perfectamente a las restricciones alimentarias de la época.
Las torrijas, sencillas pero nutritivas, ofrecían un pequeño momento de alegría en medio de una temporada de penitencia.
De esta manera, las torrijas no solo cumplen con la función de ser un delicioso postre, sino que también mantienen viva una tradición ligada a los valores de la Semana Santa.
Aunque las prácticas de ayuno y abstinencia han cambiado con el tiempo, las torrijas siguen siendo un dulce imprescindible durante la Semana Santa.
En resumen, las torrijas son mucho más que un simple postre de Semana Santa.
Son un legado histórico que refleja la adaptación de las costumbres gastronómicas a las necesidades de cada época, al mismo tiempo que conservan un profundo simbolismo religioso y cultural.