El origen de la tarta de queso se remonta a la Antigua Grecia, donde ya se preparaban pasteles con queso, miel y harina para ofrecer energía a los atletas olímpicos.
Más tarde, los romanos mejoraron la receta añadiendo huevos y técnicas de horneado, y llevaron este postre por toda Europa.
Con el paso de los siglos, la receta fue evolucionando hasta convertirse en lo que hoy conocemos como cheesecake.
En el siglo XX, la versión americana —especialmente la New York cheesecake— se hizo famosa por su textura densa y cremosa, a base de queso crema.
La tarta de queso vasca, con su aspecto quemado por fuera y corazón fundente, ha conquistado paladares en todo el país.
Pero en Galicia, tierra de quesos con denominación de origen, tenemos una manera muy especial de prepararla.
Usamos quesos suaves y cremosos como el queso de Tetilla o el Arzúa-Ulloa, que aportan un sabor delicado y natural.
La tarta de queso gallega es suave, menos azucarada, con un toque artesanal que nos transporta a las sobremesas en la aldea.
La tarta de queso no solo tiene historia: tiene presente.
Se ha convertido en uno de los postres más buscados en Google, y su versatilidad la hace irresistible.
Fría o caliente, horneada o sin hornear, con o sin base… hay una versión para cada gusto.
En redes sociales, hashtags como #tartadequeso o #cheesecakelovers acumulan millones de visualizaciones.
Y si la pruebas en un sitio donde se hace con cariño y buenos ingredientes… el éxito está asegurado.