La gente que es del sur de Cataluña sabe que hay una gran tradición de maestros del romesco, que tiene mucho que ver con el pescado, y que el romesco se parece mucho a lo que en la Barceloneta llamamos “suquet de peix” (una especie de guiso de pescado), aunque no se cocina exactamente igual.
El romesco pasaba en la barca, era una manera de cocina con el mortero los productos de secano que se podían conservar a bordo, sin neveras: el pan seco, que en el mar se estropea; los frutos secos, como almendras o avellanas; pimientos secos; ajos; aceite y vinagre.
Después de que estos ingredientes pasaran por el mortero, se cocían en la olla, se añadía el pescado a trozos, se cubría todo con agua y se dejaba haciendo chup chup.
El romesco se puede preparar de cualquier pescado, desde el conocidísimo rape hasta los tiburoncitos gato o pintarrojas, pasando por la brótola, el atún, el bonito, la merluza, el congrio o la dorada, y hasta se hace de boquerón, calamar o sepia.
Por lo tanto, lo podéis cocinar con cualquier pescado que tengáis en casa, entero (sin cabeza, tripa ni escamas) o a rodajas, si son piezas más grandes.
Nosotras recomendamos el rape, la merluza, el bonito o el atún, ya que son de proximidad y es temporada.