El vino promueve la salud cardiovascular.
El vino, en especial el vino tinto, destaca por su alto contenido en antioxidantes, como el resveratrol, que proporcionan numerosos beneficios al sistema cardiovascular.
Una vez en el organismo, protegen los vasos sanguíneos, lo que contribuye a que el vino reduzca el riesgo de enfermedades del corazón.
Además, rebajan los niveles de colesterol LDL, algo que evita que se acumule placa en las arterias.
Otro aspecto interesante del resveratrol reside en que atesora propiedades anticoagulantes, lo cual previene la formación de coágulos perjudiciales.
El consumo moderado de vino te ayuda a mantener los vasos sanguíneos limpios y flexibles para aminorar este tipo de condiciones.
El vino es fuente de nutrientes.
El vino es saludable, además de ser una bebida que resulta placentera, porque contiene una gran variedad de nutrientes beneficiosos para tu organismo.
Uno de los ejemplos más claros son los polifenoles, unos compuestos vegetales con propiedades muy interesantes y que proveen de beneficios a la salud cuando se consumen con moderación.
Junto con los anteriores, uno de los beneficios del vino es que también contiene vitaminas y minerales que pueden complementar, nunca sustituir, tu ingesta diaria de nutrientes esenciales.
El potasio y el magnesio, por ejemplo, están presentes y desempeñan un papel vital en el funcionamiento óptimo del cuerpo.
Ten en cuenta que el primero regula la presión arterial y la función muscular, mientras que el segundo es necesario para la salud de huesos y músculos, así como para el correcto desempeño del sistema nervioso.
El vino favorece la relajación y el bienestar.
El vino es capaz de generar un efecto tranquilizante en el estado de ánimo y coadyuvar al bienestar general.
Esto es posible gracias a la liberación de endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad.
Son sustancias químicas naturales relacionadas con las sensaciones de placer y relajación, y que contribuyen a aliviar el estrés y la tensión acumulada.
Asimismo, el propio ritual de disfrutar de una copa de vino y sus beneficios conducen a potenciar la calma y la serenidad.
De hecho, hay quien lo convierte en una suerte de meditación, donde se disfruta de la bebida y del propio sorbo a sorbo.
Gracias a este acto consciente, desconectas de las preocupaciones diarias y alcanzas un momento de disfrute personal.