La temporada de calçots es uno de los momentos más esperados del año en Cataluña.
Aunque pueden encontrarse desde finales de noviembre hasta abril, el periodo ideal para disfrutarlos es durante los meses de invierno, especialmente en enero, febrero y marzo.
En estos meses, los calçots están en su punto óptimo de dulzura y textura, convirtiéndolos en el acompañamiento perfecto para una calçotada tradicional.
La experiencia de la calçotada: más que una comida
Una calçotada no es simplemente un evento gastronómico, es una tradición que combina el placer de comer con el disfrute de la compañía y el aire libre.
En estas reuniones, los calçots asados al fuego de leña se convierten en los protagonistas, acompañados de salsa romesco, carnes a la brasa, pan tostado y buen vino.
Pero comer calçots también tiene su técnica:
Sostén el calçot por las hojas verdes.
Pela la capa exterior quemada con cuidado para descubrir el interior blanco y tierno.
Sumerge el calçot en abundante salsa romesco y llévalo directamente a la boca.
¡Mancharse es parte de la diversión!
Por eso, los baberos son accesorios imprescindibles en una buena calçotada.
La cantidad ideal de calçots: ¿cuántos se pueden comer?
Si nunca has asistido a una calçotada, podrías sorprenderte de la cantidad que una persona puede llegar a comer.
De media, cada comensal disfruta entre 15 y 25 calçots, dependiendo del apetito y de los platos que los acompañen.
Su ligereza y bajo contenido calórico permiten disfrutar de varios sin sentirse demasiado lleno.
¿Cómo preparar calçots en casa?
Aunque la tradición dicta asarlos al fuego de leña, no siempre es posible disponer de una brasa.
Afortunadamente, existen alternativas para disfrutar de los calçots en casa:
A la plancha: Lava los calçots y corta las raíces.
Cocínalos en una plancha bien caliente hasta que estén tiernos y dorados.
En el horno: Colócalos sobre una bandeja forrada con papel de aluminio, cúbrelos ligeramente y ásalos a 200 °C durante unos 15-20 minutos.
Ambas opciones mantienen su sabor y textura característicos, convirtiéndose en una excelente alternativa para quienes no tienen acceso a una barbacoa.
Para conservar su frescura, los calçots deben guardarse en un lugar fresco y seco.
En el frigorífico, pueden durar entre 7 y 10 días si se envuelven en un paño húmedo.
Si ya están cocinados, es mejor consumirlos en un máximo de 3 días, almacenándolos en un recipiente hermético.
Beneficios de los calçots: un placer saludable
Además de ser deliciosos, los calçots son una opción saludable.
Son ricos en fibra, lo que favorece la digestión, y contienen vitamina C y antioxidantes, que ayudan a reforzar el sistema inmunológico y combatir el envejecimiento celular.
Su bajo contenido calórico los convierte en un alimento perfecto para quienes buscan cuidarse sin renunciar al placer de comer.
El origen de los calçots se remonta a la región de Valls, en Cataluña.
Según la tradición, un agricultor descubrió esta delicia por casualidad al asar unas cebollas enterradas en ceniza.
Con el tiempo, esta preparación se convirtió en una tradición anual que reúne a personas de todas partes para disfrutar de este manjar único.