¿Quién inventó los calçots?
La historia de los calçots está estrechamente ligada a la región de Valls y se dice que fueron descubiertos a finales del siglo XIX por un campesino llamado Xat de Benaiges.
Según la tradición, este agricultor experimentó con brotes tiernos de cebolla blanca, asándolos directamente sobre las llamas.
Al pelar las capas externas quemadas, descubrió un interior tierno, jugoso y con un ligero sabor dulce.
Este método de cocción se convirtió en un éxito y pronto se popularizó en toda la comarca.
Con el paso del tiempo, los calçots se convirtieron en el eje central de las calçotadas, una celebración que combina comida, tradición y comunidad.
Estas fiestas populares suelen realizarse entre los meses de noviembre y marzo, coincidiendo con la temporada de cosecha de los calçots.
En una auténtica calçotada, los calçots se cocinan a la brasa, utilizando sarments de vid que les aportan un inconfundible sabor ahumado.
Una vez asados, se envuelven en papel de periódico para mantener el calor y se sirven con la tradicional salsa romesco o salvitxada, elaborada con almendras, avellanas, tomate, ajo y aceite de oliva.
El ritual de comer calçots es todo un espectáculo: se coge un calçot por la parte superior, se retiran las capas externas chamuscadas y se sumerge en la salsa antes de llevarlo a la boca inclinando la cabeza hacia atrás.