Una regla básica que no debes olvidar es que tienes, siempre, que evitar asociar plantas que sean de la misma familia.
Es decir, deben unirse a las de otras familias.
Por ejemplo, las plantas de raíz como zanahorias van bien con las de hoja, como las lechugas.
Los tipos principales son raíz, hoja, fruto y flor, y deben combinarse entre ellas.
Las plantas de la misma familia suelen ser incompatibles en una asociación de cultivos, así que no debemos ponerlas juntas.
Por ejemplo, entre familias encontramos cucurbitáceas, leguminosas o solanáceas.
En segundo lugar, es muy recomendable combinar cultivos de crecimiento rápido con cultivos de crecimiento lento.
Esto nos permite multiplicar el espacio de cultivo.
Así, como ejemplo, tenemos que los calabacines, al crecer, ocupan un gran espacio, pero también que son de crecimiento lento.
Por ello, aprovecha a plantar entre medias unas lechugas, que están listas para cosechar antes y usarás ese espacio antes de que el calabacín ya crecido ocupe todo.
Otra idea importante es la de combinar cultivos de raices profundas con cultivos de raíz superficial, con el objetivo de que no se roben el espacio debajo de la tierra.
Finalmente, otra idea generales y muy útil es que los cultivos que tengan formas diferentes, probablemente se llevarán bien compartiendo huerta.