El vino con soda es toda una tradición en países como Argentina.
En la provincia de Córdoba, Argentina, se dice que 6 de cada 10 personas lo consumen.
En España, el vino con gaseosa es una de las bebidas veraniegas más tradicionales.
Pero quien consuma este tipo de cócteles siempre escuchará a alguien a su lado que le dirá: "Eso es desperdiciar el vino".
Hace ya unos años Moët&Chandon decidió sacar al mercado el Moët Ice, una suerte de concentrado de champagne pensado especialmente para los veranos en Ibiza, para que los consumidores de la marca pudieran mezclarlo con hielo y que el champagne, en lugar de aguarse, se "rehiciera" en la copa, asegurando así que podías sentir la experiencia de beber el champán más exclusivo a la temperatura perfecta en verano.
Para completar la experiencia, la marca recomendaba agregar un par de fresas, que le daban un toque chic y un punto de acidez a la bebida.
Pero tiene su motivo, funcional y cultural, hoy incluso más que antes, así que hoy vamos a defenderlo.
Para empezar hay que tener en cuenta que el vino ha sido, durante décadas, la bebida "oficial" de los adultos en la mesa.
Y la gaseosa o la soda la bebida de los niños.
Pues la mezcla era la forma más natural de beber el vino, y además la más fresquita.
Además, hay que tener en cuenta que el consumo de vino ha variado, y mucho, a lo largo de los años.
Así que rebajar el vino, no sólo con soda, sino con otras bebidas como la fanta, el sprite o la coca-cola era casi una cuestión de supervivencia etílica.
Ese mayor consumo también inclinaba las preferencias de los consumidores hacia los vinos jóvenes, del año, listos para consumir a diario, y que duraban poco en las despensas.
De ahí que los vinos fueran poco complejos.
El hecho de estar conservados en una garrafa, que se abría y cerraba cada día hasta que se agotaba, hacía que los vinos fueran perdiendo aromas y quedasen planos.
Por lo que mezclar el vino con una coca también ayudaba a que tuvieran más "gracia", por las burbujas y por el sabor del refresco.
Ahora bien, si hoy en día la elaboración de los vinos es más esmerada y las bodegas se centran en mejorar el sabor y la suavidad de los vinos, ¿qué necesidad hay de mezclar un vino con fanta, por ejemplo?
Al final, hay que tener en cuenta que el que antes bebía vino con soda lo hacía porque el vino le resultaba demasiado fuerte, o falto de sabor.
Y aunque ahora el vino sea más agradable, según el gusto actual, también puede haber gente que sienta que el vino actual es demasiado fuerte.
Es todo una cuestión de gustos.
El vino no es sólo para aquellos que quieran sentir los matices de la madera o los aromas de una uva determinada.
También es para aquellos que les apetezca beber algo fresquito, sin tener que analizar cada sorbo.
Y es por eso que desde aquí defendemos que cada uno disfrute del vino como quiera.
¿Y qué vino beber con soda?
Pues prácticamente cualquiera.
Sí es verdad que en la mezcla se pierden matices, por lo que se recomiendan los vinos más jóvenes, con menos matices, porque el azúcar de las bebidas sodadas y el carbónico va a predominar sobre los sabores del vino.
Pero, si eres un gourmet del vino con soda, seguro que apreciarás diferencia entre mezclar con un vino bueno o uno malo, igual que cuando se habla de cócteles o combinados con whisky, ron u otros destilados.