La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda continuar con la lactancia materna al menos hasta los 2 años en los casos que sea posible y el binomio madre-bebé lo desee.
No obstante, debido a que en muchos casos la lactancia materna no llega a ser posible o se ve interrumpida por diversos factores, a partir del año de vida la incorporación de la leche de vaca o las leches infantiles suelen ser una opción a tener en cuenta.
Las leches infantiles están fortificadas con hierro, vitamina D, yodo y omega 3, además en el mejor de los casos pueden incluir algún tipo de biótico.
Las leches infantiles tienen más ácidos grasos poliinsaturados frente a ácidos grasos saturados, como así también más fibra y menos proteínas.
En cuanto al contenido de calcio, fósforo, magnesio, cobre, vitamina A, E, ambas son muy parecidas.
Según las guías alimentarias para menores de 2 años de nuestro país, en aquellos/as niños/as que no reciben lactancia, a partir de los 12 meses se puede utilizar leche de vaca, pero priorizando aquellas fortificadas con hierro, zinc, vitaminas C, A y D, tal como es el caso por ejemplo de las leches infantiles.
La recomendación es no superar los 500 ml diarios con el objetivo de fomentar el interés por los alimentos y no presentar saciedad ante la incorporación de la leche.
La indicación de la mejor leche a partir del año de vida depende de cada caso, cada familia y cada situación.
Cada indicación tiene sus ventajas y desventajas, pero, sea cual sea la recomendación, recuerden que la base de un crecimiento saludable es una dieta rica, variada y nutritiva en un núcleo familiar de contención.