La morcilla, ese discreto embutido que suele estar en las parrilladas venezolanas, es un cofre del tesoro de los nutrientes. Una pieza de 100 gramos aporta entre 250 y 400 calorías pero, además, su alto contenido en minerales ayuda a prevenir enfermedades. Tiene un alto valor biológico nutritivo porque la morcilla no está hecha solamente con sangre, como mucha gente piensa.
Tiene un alto contenido de hierro, que ayuda a prevenir la anemia y afecciones similares. Contiene grandes dosis de nutrientes esenciales para el cuerpo humano como calcio, magnesio, potasio y zinc.
Aporta grasas indispensables para el desarrollo cerebral de los niños.
Una morcilla de apenas 100 gramos contiene 14 gramos de proteínas, aproximadamente.
Su nivel de colesterol es muy bajo, de solo 18 miligramos.
Tiene cerca de 6 gramos de ácidos grasos saturados, es decir, que está por debajo del límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cual señala que un alimento sano debe tener menos de 10% de ácidos grasos saturados del contenido total de las grasas, lo cual es excelente.
En cada 100 gramos de morcilla, apenas hay 14 gramos de carbohidratos, que cubren 3% de los requerimientos totales diarios.
Es muy bajo en hidratos de carbono, lo que la convierte en una buena opción para personas diabéticas.
Este embutido posee calcio, hierro, sodio, vitaminas A, B1, B2, C.
Sumados a las proteínas, grasas, carbohidratos, agua, fibra y compuestos vitamínicos, la morcilla califica como un alimento sano.
Por su alto contenido nutricional, el médico sugiere la incorporación de este alimento a la dieta balanceada.
Como es bajo en hidratos de carbono se puede acompañar con arroz, vegetales o ensaladas.
También con garbanzos o leguminosas, como lentejas o frijoles, tal y como se prepara tradicionalmente en recetas ibéricas, en las que se encuentran los cocidos.
Y, claro, en nuestra parrilla.