De acuerdo con los estudios científicos, los primeros coleoideos vivieron en el período Carbonífero, es decir, hace unos 330-500 millones de años aproximadamente y la mayoría de ellos estaban cubiertos por grandes conchas cónicas protectoras que más tarde desaparecieron, dando lugar al desarrollo de coleoideos modernos que perdieron las conchas externas y colonizaron aguas de mayor profundidad. Los coleoideos actuales son una subclase de cefalópodos caracterizados por su cuerpo blando y concha casi inexistente, lo que incluye a los pulpos, sepias y calamares. Nectocaris pteryx es un ancestro de calamar que cuenta con tan solo dos tentáculos en lugar de ocho. Belemnoidea fue un grupo de cefalópodos marinos de la subclase de los coleoideos a cuyos integrantes se les identificó como belemnoideos y fueron relacionados estrechamente con los calamares y las sepias, ya que al igual que ellos, contenían sacos de tinta como mecanismo de defensa, pero a diferencia de los calamares, poseían un total de 10 brazos del mismo tamaño, sin el par de largos tentáculos de alimentación que caracteriza a los ejemplares modernos. Un estudio un poco más reciente fue respaldado por investigadores canadienses, quienes identificaron un fósil al que denominaron Nectocaris pteryx con tan solo dos tentáculos en lugar de ocho, un cuerpo de forma aplanada y un máximo de 5 cm de longitud. Johnsen Sönke, un biólogo de la universidad Duke en Carolina de Norte, comentó que el gigantismo de los ojos de los calamares se debe, en parte, a la evolución impulsada por la depredación de las ballenas dentadas, pues con esto las detectan a largas distancias y tienen tiempo para huir. Existen ciertas inconsistencias acerca del origen de los calamares y sus adaptaciones físicas, pues las conclusiones científicas son diversas y esto ha impedido determinar una respuesta o explicación oficial, pero esperamos que en próximos años las investigaciones puedan ofrecernos resultados más concretos. Dentro del filo de los moluscos se calculan 85,000 especies vivientes.