La mimosa es un clásico, pues va bien lo mismo con huevos benedictinos que con un croissant.
Esta bebida suele asociarse con París, donde se cree que nació de mano del barman Frank Meier en el Hotel Ritz en 1925.
Su nombre viene de la flor mimosa, de color amarillo brillante, el cual se obtiene al mezclar jugo de naranja con vino espumoso, tradicionalmente champaña.
Antes de esta bebida, en Londres se creó el Buck's Fizza, que lleva los mismos ingredientes, aunque con mayor cantidad de champaña.
Sin embargo, la mimosa ha dado la vuelta al mundo por ser suave, ligera y elegante.
La buena noticia es que no necesitas ir a un restaurante ni comprar el vino más caro para preparar una deliciosa mimosa, aquí te pasamos la receta original y un par de variantes.
Disfruta tu mimosa con jugo de naranja.
Esta bebida combina perfecto con unos huevos revueltos con salmón ahumado, un bagel de queso crema y salmón, un quiché salado, incluso con tartas de frutas frescas o croissants con mermelada.
Elige el vino correcto.
Tradicionalmente, se usa champaña, pero también se puede cambiar por versiones más económicas.
Para mantener la elegancia, opta por un vino cava seco, como el Freixenet, o un prosseco, el cual es un poco más ligero.
Para una bebida más suave y a un menor precio, opta por espumosos mexicanos.
Usa jugo natural.
Ya sea que te vayas por la clásica mimosa de naranja u otras opciones, siempre usa jugos naturales que no tengan azúcar añadida.
Enfría muy bien los ingredientes antes de preparar las mimosas, así evitarás usar hielo que diluya tu bebida.
La recomendación es meter el vino y el jugo de naranja al refrigerador, por al menos dos horas.
También puedes introducirlos al congelador 30 minutos antes.
Nunca uses un agitador o cuchara para mezclar la mimosa.
Para que los ingredientes se integren, es importante verter el jugo suavemente.
De lo contrario, al mezclar, rompemos las burbujas del vino.