Cuando las frutas y verduras se recogen en el momento adecuado, como en el caso de los alimentos de temporada, conservan mejor sus propiedades nutricionales, su sabor y sus aromas.
Esto se debe a que han crecido en su clima más favorable y han podido completar su ciclo natural sin ser forzados a estar listos para el consumo antes de lo debido.
Los nutrientes que contienen los alimentos de temporada son precisamente los que más necesita nuestro cuerpo en ese momento.
Por ejemplo, los alimentos de verano son ricos en carotenos, tienen un alto contenido acuoso, así como de diversos minerales, lo que es ideal para el cuidado de nuestra piel contra el daño solar y para favorecer la hidratación, dos aspectos importantes durante esta estación.
En cambio, durante el invierno, las frutas y verduras son ricas en vitamina C y los pescados de esta estación contienen más vitamina D.
Esto compensa la falta de exposición al sol y refuerza nuestras defensas durante la estación más fría, cuando los resfriados están más presentes.
Sí, los alimentos de temporada son más baratos.
Consumir productos fuera de temporada significa que hay que importarlos de zonas o países lejanos.
Los gastos de viaje y almacenamiento asociados aumentan los costes de producción, lo que se traduce en un aumento del precio final del producto.
Sin embargo, si consumimos alimentos de temporada, la mayoría de estos costes se reducen o eliminan.
Comer productos de temporada apoya a los productores locales, lo que significa menos energía de transporte para la producción y el almacenamiento.
La huella de carbono de los productos de temporada también es menor, ya que las distancias y los métodos de transporte utilizados son diferentes a los de los productos fuera de temporada.