El vino blanco presenta además otra peculiaridad, ya que es el único que se puede elaborar con cualquier tipo de uva, con independencia del color de ésta.
Con uvas blancas, siempre se obtendrá vino blanco.
El mosto o zumo de uva de la mayoría de las uvas tintas no tiene pigmentación alguna, el color procede de las pieles, donde se encuentran los Antocianos, un polifenol encargado de dar color al vino durante el proceso de maceración.
En la práctica, sin embargo, son muy pocos vinos blancos los que proceden de uvas tintas.
A estos tipos de vinos, blancos procedentes de uvas tintas, se los denominan "Blanc de Noirs" (Blanco de Negro, del francés) debido a que esta técnica se originó en el país galo.
La producción de Blanc de Noirs, aunque presente en todo el mundo, es muy limitada y suele emplearse especialmente para vinos espumosos, como Champagne o Cava.
También podemos encontrar algunos vinos tranquilos Blanc de Noirs en California.
De igual modo, aunque la técnica permite la obtención de estos blancos con casi cualquier cepa, las más usadas son la Pinot Noir y Pinot Meunier.
La calidad de estos tipos de vinos no difiere de cualquier otro buen blanco, si bien su valor radica en la delicadeza y esfuerzo que se requiere para obtener un vino blanco con uvas tintas.