El vino está tan ligado a nuestra cultura, paisaje y forma de entender de la vida que pareciera que siempre ha estado allí. Pero como todas las cosas, siempre ha habido una primera vez. Y en este caso, según aseguran los historiadores, el primer humano que tuvo la bendita idea de llevarse a la boca el mosto de uva fermentado -con todas la variedades de uva que existen- tomó aquella decisión hace aproximadamente ocho mil años.
Lo cierto es que aquella acción ha devenido en una actividad que se ha desarrollado durante milenos, hasta convertirse en expresión de una tradición, de una cultura y también en una industria con importante incidencia económica en las regiones y países productores.
Claro que para que la vitivinicultura se afianzara como tal tuvieron que pasar muchos siglos.
Habiendo hoy en día diferentes tipologías de vino, desde vinos ecológicos hasta vinos veganos.
Con importantes denominaciones de origen como los vinos Rioja.
Según los hallazgos más recientes, el lugar de origen del vino es Georgia, donde se han encontrado vestigios arqueológicos datados entre 8.100 y 6.600 años.
Además de reescribir la cuestión del origen del vino, estos nuevos hallazgos también aportan datos sobre la antigüedad de la bebida, que es mucho más ancestral de lo que se suponía.
De hecho, los indicios más longevos de la producción de vino databan hasta ahora de 5.400 a 5.000 años antes de la era cristiana en las montañas de Zagros en Irán, mientras que las excavaciones desarrolladas en territorio georgiano –en los yacimientos de Gadachrili Gora y Shulaveris Gora, ubicados a unos 50 kilómetros de la capital del país, Tbilisi– datan de entre 8.100 y 6.600 años.