Consumida en cantidades moderadas y en el contexto de una dieta equilibrada, la cebolla no tiene ninguna contraindicación. Sin embargo, por su alto contenido en azufre puede resultar irritante y causar ardor estomacal, por lo que no es un alimento recomendado en exceso para aquellas personas con problemas gastrointestinales, de reflujo o con patología renal. Y es que, las cebollas pueden relajar el esfínter esofágico inferior, lo que puede aumentar el riesgo de reflujo ácido en personas propensas a esta condición. La cebolla es alta en fructanos, un tipo de carbohidrato fermentable que puede causar problemas digestivos en algunas personas con síndrome del intestino irritable. Algunas personas pueden experimentar gases, hinchazón o molestias estomacales después de consumir cebollas, especialmente si se comen crudas. Si eres sensible a las cebollas o tienes problemas digestivos al consumirlas, intenta cocinarlas antes de comerlas o elige variedades más suaves, como las cebollas verdes o las chalotas. Los problemas de flatulencia y reflujo gastroesofágico que padecen algunos individuos pueden evitarse consumiéndola cocinada en lugar de cruda o utilizando la cebolla tierna o cebolleta o las variedades de cebolla más suaves. Algunas personas pueden rechazar este alimento por el sabor y olor o por problemas de flatulencia o malestar gastrointestinal, pero no podemos generalizar, pues estos efectos dependen de muchos factores individuales. Por otro lado, si vas a asistir a una reunión social o profesional y te preocupa el aliento, podrías considerar evitar las cebollas crudas antes del evento, ya que pueden causar mal aliento temporal.