Los mejores vinos de cosecha tardía resultan del efecto de la botritis o podredumbre noble, un hongo que se desarrolla en la piel de la uva ya madura y que hace que las uvas se deshidraten, con la consiguiente concentración de azúcar y sabor. Las uvas se seleccionan de manera manual, evaluando racimo a racimo y grano a grano, lo cual requiere un intenso trabajo en campo que dura varias semanas. El vino resultante es puro néctar, miel, con intensas notas de frutas deshidratadas y con una vigorosa acidez. También en esta categoría de grandes vinos dulces están los ‘Ice Wines’, Vinos de Hielo, elaborados con uvas heladas. La vendimia tardía en climas fríos típica de Canadá, Alemania y Austria, implica que las uvas lleguen a congelarse en la viña con las bajas temperaturas y la llegada del invierno. Entre los países del Nuevo Mundo, Australia produce excelentes vinos dulces de cosecha tardía de Semillon. En Chile, también aprovechan la podredumbre noble para elaborar deliciosos vinos dulces de Moscatel, al igual que hacen los sudafricanos con el Riesling y el Chenin Blanc. Mucha gente considera los vinos dulces como vinos de postre, pero en realidad, servidos muy fríos maridan muy bien con un gran número de platos tales como jamón, foie gras, queso azul y quesos curados, y fruta fresca madura como las fresas y los albaricoques. A pesar de que los vinos dulces clásicos están considerados entre los grandes vinos del mundo, desgraciadamente en los últimos años este tipo de vino parece estar pasado de moda, lo que es una verdadera pena. La tendencia del mercado gira en torno a los vinos secos, y el consumidor, por lo general, considera el dulzor como algo negativo. Las modas cambian y con el tiempo, espero que los aficionados al vino descubran o redescubran el placer de beber vinos dulces.