El abastecimiento de azúcar en España a principios del siglo XIX se producía a través del suministro de azúcar de caña proveniente de las colonias, especialmente antillana.
En 1882, están vigentes unas Leyes de Reforma de las Relaciones Comerciales con las provincias de Ultramar, que tratan de evitar cualquier actividad económica de las Antillas -incluida la azucarera- que pudiera perjudicar los intereses de España.
La pérdida de la influencia de la economía española en Cuba y Filipinas y el aumento del proteccionismo del Estado dará lugar a la aparición de la industria remolachera en España a finales del siglo XIX.
Pues, poco a poco se ve la conveniencia de establecer una industria azucarera en España cuyo consumo -hasta ese momento- se satisfacía, como se ha indicado, con la producción andaluza de azúcar de caña y con las importaciones de Ultramar.
Para alcanzar ese objetivo, se empezó a sembrar remolacha azucarera con semillas traídas de Alemania y Polonia.
Las azucareras-remolacheras se implantan tardíamente en España, por la importación procedente de las reliquias del Imperio colonial.
Habrá que esperar a 1.882 para que se construyan las dos primeras azucareras españolas: en la Vega de Granada y en Alcolea (Córdoba), produciéndose a partir de 1.889 una gran expansión.
La industria ha sufrido los problemas que genera un inicio tardío en su actividad respecto a los países del entorno.
En la última década del siglo XIX y primera del siglo XX se producen los primeros problemas por la desordenada proliferación de fábricas, la caída de los precios.
La azucarera Santa Isabel en Alcolea (Córdoba).
Fue D. Ricardo Martel y Fernández de Córdoba, conde de Torres Cabrera, el promotor de la fábrica de azúcar de remolacha en la colonia de Santa Isabel, en Alcolea (Córdoba).
El objetivo consistía en investigar las posibilidades de fabricación de azúcar de remolacha en tierras tan meridionales, cultivo hasta entonces tan desconocido.
Entre 1.879 y 1.880 empezó el conde a construir la fábrica azucarera, contando ya este último año con la patente de fabricación, cuyo uso consiente en hacer extensivo a los propietarios granadinos del llamado Ingenio de San Juan, los cuales saldrán exitosos de la experiencia.
El objetivo de hacer de esta primera fábrica una potente azucarera no llegó a cumplirse nunca, ya que las instalaciones de Santa Isabel no superaron nunca las 50 Tm. de potencia diaria.
Tras los años inmediatos a su creación, en los que se elevó la producción inicial, siguieron años de decadencia y, después de realizar una serie de campañas de escasa producción, fue aportada en 1903 al primer Trusts azucarero creado en nuestro país: la Sociedad General Azucarera de España, que la mantuvo en funcionamiento hasta la campaña de 1910-11.
Terminada esta campaña la S.G.A.E. procedió al cierre de esta fábrica, que era —cosa curiosa y a la vez triste— la azucarera con menos capacidad molturadora y la peor equipada de las existentes en ese momento en España.
La vida de la azucarera Santa Isabel había terminado, pero la experiencia del innovador que la promovió, unida a la que paralelamente se llevó a cabo en la vega de Granada, sirvió para que el cultivo de la remolacha azucarera y la industria que de ella se deriva quedaran consolidados en España y constituyera el origen del que durante mucho tiempo ha sido un potente motor de la economía nacional.