La clarificación es una fase fundamental en la elaboración del vino, ya que además de conseguir que el vino sea transparente y estable, es decir, que no precipite, añade estructura y sabor. En el proceso de clarificación, se le añade al vino un ingrediente que lo que hace es coagular esos restos en suspensión, aportándoles volumen y peso, de manera que acaben precipitando en el fondo de la cuba. Ese ingrediente puede ser de origen animal, vegetal, mineral o químico. Según el vino sea tinto, blanco o rosado, hay diferentes tipos de clarificación con ingredientes procedentes de animales: Para vinos tintos, la clarificación se puede hacer con albúmina de huevo, una práctica que cayó en desuso y que de un tiempo a esta parte ha vuelto a retomar fuerza. También se utiliza la gelatina, procedente de los huesos y cartílagos de pescado o del cerdo. Para vinos rosados, se utilizaba, ya que en la actualidad esa práctica es ilegal en la UE, la albúmina de sangre. Y para vinos blancos, se utiliza caseína, una proteína de la leche. El problema es que este tipo de sustancias no son ingredientes del vino, sino que son un método para conseguir un fin, limpiar el vino de impurezas. No es obligatorio que aparezcan en la etiqueta, por lo que no podemos saber si en el proceso de producción de un determinado vino se ha utilizado una cosa u otra. En los vinos veganos, como alternativa a las sustancias de origen animal, para la clarificación del vino se utilizan ingredientes de origen vegetal como los alginatos, provenientes de las algas, o las proteínas de algunos vegetales como la patata o el guisante. Otros clarificantes utilizados en los vinos veganos son la bentonita, una sustancia mineral, y el anhídrido de silicio, un compuesto químico.