La dieta 80-20 es positivista, incluso optimista, pues no prohíbe nada ni se centra en un constante contar calorías o en discutibles puntuaciones de alimentos.
El fundamento es muy simple: Prepara tus menús con un 80 por ciento de alimentos ricos en nutrientes y relájate un poco con el 20 por ciento restante: la teoría es que puedes darte el capricho que te apetezca.
El principal argumento es que no sólo evita el sentimiento de culpabilidad que produce comer algo “prohibido”, sino que, al ponerle un límite bien definido, no aparece la necesidad de “pasarse”.
En cambio, se centra en que la mayoría de lo que se come es tan sano como cabe pensar.
Cómo organizarse la 80-20 depende de uno mismo.
Hay quien establece los menús semanales (asumiendo tres comidas al día, un total de 21) y dejan libertad en 4 ó 5 de ellos.
Otros se permiten una infracción diaria, o se toman la libertad de una copa de vino o un pastelito.
El mensaje, parece, es no obsesionarse con la aritmética sino tomar la regla 80-20 como una guía, y no como una imposición precisa y estricta.
El 20 es la buena noticia, claro, y es el momento de placer de los seguidores, en que se permiten disfrutar de algún capricho sin tener en cuenta el valor nutricional del alimento: solo pensando en el placer que proporciona comerlo.
Puede tratarse de cualquier cosa: comida rápida o procesada, una cerveza o un vaso de vino, algún dulce.
El 20% de indulgencia probablemente debería reservarse para las ocasiones especiales, como comer con amigos o bien para cuando tus ansias de comer algo en particular, algo “prohibido”, te superen.
La flexibilidad de la 80-20 es su principal éxito, pero tiene un doble filo y es que la falta de una estructura puede convertirse fácilmente en una trampa.
Para los principiantes, como ya hemos dicho, el éxito reside en tener bien claro qué se entiende por “alimento sano”.
Hay estudios que muestran que la percepción de qué alimentos lo son es muy variable.
Y el etiquetado de los alimentos, muchas veces confusa, no ayuda en absoluto.
Sin reglas claras acerca de qué puede incluirse en el 80%, los usuarios pueden seguir pautas erróneas a la hora de clasificar como “sano” un alimento dado.
Además, la dieta 80-20 no tiene en cuenta las porciones, las cantidades, y confía exclusivamente en el sentido común del seguidor.
Con todo, el principal riesgo está en que consideres el 20 por ciento como un “todo vale” y comas sin restricciones.
No debes caer en el error de pensar que el 80% es nutrirse y el 20% es un festín.