Domingo otoñal, ¿qué tal una alubiada con amigos o con la familia?
Como buen cántabro, soy un entusiasta de los cocidos.
En esta ocasión, venían unos amigos a casa y se me ocurrió prepararles unas alubias blancas con sus aderezos habituales y uno que me gusta especialmente por el punto y la untuosidad que le da al caldo, el rabo de cerdo.
Su carne es algo gelatinosa.
Es género barato y puede que a todo el mundo no le guste su textura, pero, a buen seguro, todos alucinarán con el sabor de la salsa.
Hay que elegir bien las alubias.
Incluso haciéndolo bien, hay partidas que pueden romperse más de la cuenta o ser más pellejudas de lo deseable.
Para la cantidad de alubias, tomad como referencia que medio kilo estira para entre 6 y 8 personas aproximadamente, según del ‘saque’ que tengan.
Poned en remojo con agua fría las legumbres la noche antes.
Ojo, que hay que dejar por encima más o menos un tercio del agua que haya abajo, que luego las alubias se chupan el líquido y puedes encontrarte la desagradable sorpresa de que se han quedado secas.
Al día siguiente, coger una olla de generosas dimensiones, que siempre es más fácil de manejar.
Cubrid bien de agua.
Después, en crudo, añadid una cebolla entera, un puerro entero, un tomate grande, dos zanahorias enteras, bolas de pimienta al gusto, laurel y clavo al gusto, y sal.
Llevad todo eso a ebullición durante al menos una hora.
El rabo de cerdo lo enjuagáis en agua y lo incorporáis.
Si os apetece añadir algo de colorante alimentario, podéis hacerlo.
Suelo precocer el chorizo aparte para quitarle algo de grasa.
Enteros, sin trocear.
Me gusta su sabor suave, así que huyo del picante para esta receta.
Nunca uso morcilla asturiana.
Me parece áspera.
Prefiero la morcilla de Burgos, más suave.
El proceso de cocción lo vais viendo.
Si en el último momento deseáis más espesor, diluid una cucharada de harina o maizena siempre en frío.
Queda muy rico hacer aparte un sofrito con ajos y un poco de guindilla y añadírselo al final al guiso.
Se trata de un plato que sabe mucho mejor si se ha cocinado de víspera.
Pero tened mucho cuidado al calentarlo.
Cómo se os pegue, puede quedar arruinado porque el quemado lo impregna todo.
No es como el arroz, que admite e incluso agradece algo de agarrado.
Ojo al remover las alubias, que podéis romperlas.
A la hora de servir, me gusta poner toda la carne en un plato y que cada uno se sirva al gusto.
Para beber, soy especialmente fan del vino de Toro con este plato.
Un Dehesa Gago es mi recomendación personal.
Si no, cualquier tinto de calidad que como mínimo sea crianza es una gran opción.