Precalentamos el horno a una temperatura alta, de unos 180º. Vamos a coger los dos cuartos de cordero con las costillas hacia arriba en una cazuela. Eso sí, es importante utilizar una cazuela de barro. Se puede realizar en la bandeja metálica, aunque el resultado no saldrá igual. La tradición es la tradición. Lo salamos con sal gorda y añadimos 1 vaso de agua aproximadamente. Mantenemos la temperatura a 180º. Fíjate en que tenga calor arriba y abajo. Lo metemos en el horno durante 1 hora y 15 minutos aproximadamente. Poco a poco la carne va soltando su jugo sobre el agua y va formándose la salsa tan rica. Pasado el tiempo y cuando está hecho por una parte, se le saca del horno, se le da la vuelta en la cazuela y se salpica otra vez con sal. Si vemos que nos hemos quedado sin agua, le podríamos añadir otro poco. Lo metemos al horno, y lo dejamos aproximadamente 1 hora, hasta que tome un bonito color dorado. De esta manera vamos a conseguir que nos quede bien crujiente y una carne muy jugosa. Finalizado, lo vamos a servir en la misma cazuela de barro con su propio jugo. Debéis escoger una pieza de cordero de muy buena calidad. Lo habitual es utilizar el lechazo o cordero lechal. Es un animal sin destetar que se encuentra entre los 25 y 30 días, alimentándose exclusivamente de leche materna. A la hora de trinchar el cordero asado, es muy importante dar un corte en la parte de la mano del cuarto delantero, para cortar el nervio. Si tenéis presupuesto, comprad siempre cordero lechal o lechazo de la tierra de Castilla y León. Aunque el precio sea más alto, su carne es más jugosa y tierna.