Nadie puede negar lo bien que se complementan una deliciosa copa de vino tinto con un corte de carne grande y jugoso. Incluso si no eres fanático de los vinos, casi todo el mundo sabe que el vino tinto y la carne de res se complementan perfectamente. Resulta que hay una razón científica detrás de esta «regla» culinaria y todo se reduce a los diferentes compuestos que se pueden encontrar en la carne y los compuestos naturales y de fermentación que se encuentran en el vino. En particular, son los polifenoles llamados taninos del vino tinto, sustancia que te genera astringencia y sensación de sequedad en la boca, que provienen principalmente de la piel y las semillas de la uva, así como de las barricas de roble usadas durante el proceso de añejamiento, y la proteína de la carne que interactúan para crear esa experiencia extraordinaria en boca. A medida que las moléculas de tanino suavizan la grasa de la carne y se fusionan con las proteínas, liberan más sabor. La grasa disminuye la astringencia del vino, al barrer los taninos, haciendo que el vino tenga un sabor más suave y menos amargo, lo que resalta más sus aromas afrutados y otras características importantes dependiendo de las cepas. Esencialmente, debido a que son opuestos, ya que la carne de res es grasosa y tiene cualidades resbaladizas o lubricantes, y el vino tinto es astringente con cualidades ásperas o secas, trabajan para equilibrarse entre sí al reducir la sensación opuesta y, en definitiva, crear un efecto placentero en el paladar. También existen algunos grandes beneficios para la salud que se obtienen al combinar vino tinto con carne de res. Los científicos han descubierto que esta fusión ayuda a inhibir la acumulación de colesterol malo, evitando así el daño a los vasos sanguíneos.