No todas las variedades requieren la misma temperatura para su consumo óptimo.
El tópico tantas veces escuchado de “el vino se debe de beber a temperatura ambiente”, es inadecuado.
Todos los vinos se benefician cuando alcanzan su temperatura de consumo y la percepción que se tiene del vino por parte nuestra es increíblemente diferente, ya que la temperatura afecta a su aroma, tacto, sabor y calidad.
El estilo, el color y el cuerpo del vino determinan su temperatura ideal.
Nunca eches hielo en la copa de vino.
Nunca eches uvas congeladas en la copa de vino.
Con base científica solo existen tres formas para enfriar el vino en poco tiempo.
Se puede seguir el truco de los expertos en hostelería, conocido como la regla 20-20, que consiste en sacar el vino blanco de la nevera 20 minutos antes de servirlo, y el vino tinto meterlo en la nevera 20 minutos antes de abrirlo.
La siguiente opción, si no disponemos de esos 20 minutos, es coger un recipiente metálico, llenarlo de agua fría, cubitos de hielo y tres o cuatro cucharadas de sal.
La forma más rápida de enfriar el vino serían los dispositivos de termoquímica, como sacos de gel o bolsas especialmente preparadas para meter una botella y conseguir un enfriamiento químico exprés.