Para hacer esta bebida típica veraniega, comenzamos disolviendo el azúcar en 75 ml de agua caliente para formar un almíbar y lo que facilitará su disolución en el vino.
En un recipiente amplio o un bol grande, ponemos el vino y el almíbar y añadimos el zumo de una naranja removiendo para que se mezcle bien.
Vamos pelando las frutas y cortándolas en trozos pequeños, lo que facilitará su posterior maceración.
Hacemos esa operación con todas a excepción de la otra naranja que no pelamos sino que cortamos en gajos o medias rodajas.
Echamos todos los pedazos de fruta al bol con el vino y añadimos el zumo de un limón y un palo de canela, dejando que repose entre dos y tres horas para su maceración.
Una vez haya macerado nuestra pócima, se vuelca a una jarra transparente y se sirve la sangría acompañada de unos cubos de hielo, adornando si se quiere con una larga peladura de naranja como adorno.
Si se desea se puede añadir una bebida carbónica tipo gaseosa azucarada o un refresco de naranja o de limón, aunque conviene añadirlos en el momento de servir para que conserven su gas y no al principio porque ralentiza la maceración.
Normalmente se sirve en vasos o copas amplias con alguna fruta que también se puede comer.
La sangría debe su nombre a su color que recuerda a la sangre, por lo que siempre debe hacerse con vino tinto.
En cuanto a la calidad del vino, cuanto mejor sea el vino, mejor estará la sangría, pero tampoco hay que volverse loco y usar un vino de reserva.
Simplemente no usar vino peleón ni de tetrabrick, sino un vino que nos guste y no sea muy caro.
Respecto a la fruta, según me dijo Juancho en su día, si no lleva melocotón no es sangría, aunque además puede llevar las que más os gusten.
Yo os recomiendo usar frutas de verano, siempre frescas, no valen melocotones en almíbar ni piñas de lata.
Es conveniente que las frutas sean duritas, tipo manzana, plátano y similares, mejor que frutas con mucha agua como peras, etc., pero eso lo dejo a vuestro gusto.
Otro requisito importante es el tema de la maceración de la fruta.
Si hacéis la sangría y os la tomáis a continuación, la fruta no habrá impregnado de aromas al vino ni se habrá macerado en él, por lo que el intercambio de sabores entre una y otro no se producirá.
La sangría es una bebida con sabor a fruta no lo olvidéis.
Pero tampoco os paséis con la maceración o la fruta fermentará.
Mi consejo es que la sangría se haga con dos horas de antelación a la hora de su consumo, y ya veréis qué diferencia vais a encontrar en el sabor.
Si esas dos horas la tenéis en la nevera, luego no hará falta añadir mucho hielo para tomarla bien fría, y así evitaréis que pueda aguarse.
Otro consejo, para evitar la acumulación de azúcar en la parte inferior de la jarra, es preparar previamente un almíbar como os explico ahora al hacer la receta o como en la limonada americana.
De todas formas, siempre se suele servir con una cuchara de palo dentro de la jarra para evitar que caiga la fruta y que además vendrá bien para remover de vez en cuando.