¿De dónde viene el ajo?
El ajo, Allium Sativum, que conocemos todos, viene de la familia de las liliáceas, misma familia a la que pertenecen otros vegetales como las cebollas y los puerros.
La planta del ajo se caracteriza porque apenas tiene flores, no tiene tallo y por tanto sus hojas nacen del bulbo o cabeza subterránea.
El origen del ajo se remonta a varios siglos atrás en la Asia Central.
La especie que conocemos hoy en día (Allium Sativum) procede de una variedad de esta zona, el Allium Longicuspic, que dio lugar al que hoy conocemos como el ajo común.
El ajo es un alimento que desde tiempos antiguos se ha llevado utilizando en la gastronomía y en medicina por sus altos beneficios.
Los primeros indicios que se tienen de la utilización del ajo con fines medicinales se remontan al Antiguo Egipto.
Sus capacidades curativas le otorgaban poderes mágicos, pues se dice que los faraones daban ajos a sus esclavos para que estuvieran sanos y fuertes y según los papiros se cree que este alimento llegó a considerarse como un icono sagrado, tanto que, cuando hacían juramentos invocaban al ajo como una divinidad y se han llegado a encontrar cabezas de ajos verdaderas en tumbas para, según se cree, mantener alejados a los espíritus malignos.