Lo mejor de todo, es que puede tomarse tanto en frío como en caliente.
La respuesta es clara: todos.
Sin embargo, los de sabores más fuertes son ideales para esta combinación.
Por ejemplo, el té rojo o el té de manzanilla.
Para la correcta preparación de esta bebida, primero se debe infusionar el té de forma habitual, y luego agregar un toque de leche.
Es necesario considerar que realizar el procedimiento de esta forma implicará enfriar el té, por lo que se sugiere calentar de manera previa la leche antes de incorporarla a la bebida.