Para maridar un fabada asturiana, un vino que aguante el envite puede ser perfectamente un champagne rosado, ya que refresca, desengrasa y potencia el plato alargando el sabor y aportando delicadeza.
Para el cocido montañés, un plato típico de Cantabria, se puede maridar con un Acontia Verdejo criado sobre sus propias Lías, ya que tiene acidez suave, cítrico y con un buen final que limpia de grasa las papilas gustativas.
Las lentejas castellanas, un plato que incluye chorizo, tocino y hueso de jamón, puede maridarse con un Cabernet Sauvignon debido a su alta tanicidad.
Para el gazpacho, un vino amontillado puede dar mayor sensación de consistencia y recuerdos de frutos secos, logrando un maridaje muy sofisticado.
La sopa castellana, un plato tradicional y reconfortante hecho con ajos, pan, pimentón, agua y un poco de jamón, puede armonizarse a la perfección con un vino tinto, como una Tinta de Toro, que acompaña bien por su alto contenido calórico.