¿Quieres conseguir que tus calamares nunca más queden duros y chiclosos.
No te pierdas este artículo.
Te contamos por qué sucede y varias maneras efectivas de evitarlo.
Por ejemplo, si el calor no supera los 57 °C, el colágeno mantiene su estructura intacta y el resultado será un calamar tierno y suave.
En cambio, si se cocina a 60 °C, los tejidos musculares empezarán a contraerse y a perder agua, lo que provocará que las fibras se endurezcan y se vuelvan gomosas.
Por otro lado, cuando la temperatura alcanza los 80 °C, el colágeno se convierte en gelatina, lo que hace que la carne se vuelva más tierna.
Para disfrutar de unos calamares deliciosos, hay que ir a los extremos: o utilizar temperaturas altas, con una cocción breve, como en los calamares a la plancha, para que no se altere su colágeno; o decantarse por temperaturas muy bajas, con una cocción lenta, para permitir que su colágeno se transforme poco a poco en gelatina.
La sabiduría popular nos ofrece muchos trucos para actuar sobre las fibras musculares del calamar y su contenido en colágeno.
Pero uno de los más efectivos es la congelación.
Hace un tiempo escuché al chef Fernando Canales, del restaurante Atelier Etxanobe de Bilbao, recomendar este truco, y realmente es infalible.
Otros métodos para ablandar el calamar incluyen sumergirlos en leche, marinarlos con ingredientes ácidos, golpearlos suavemente con un mazo o realizar cortes superficiales para romper las fibras musculares.
La congelación es un método efectivo para ablandar los calamares, ya que el agua penetra en las células musculares y debilita las fibras.