El experimento demostró que las aves y sus estructuras reproductivas desafiaron retos biológicos para adaptarse al entorno y evolucionar con mayor resiliencia. De acuerdo con el estudio, la clave para resolver este antiguo dilema se encuentra en una proteína específica conocida como ovocleidina-17 (OC-17), la cual, descubierta en los ovarios de las gallinas, cumple una función vital en la formación de la cáscara del huevo. Lo que hace que este hallazgo sea relevante es que la OC-17 solo puede ser producida por dicho animal, lo cual sugiere que, para que exista un huevo tal como lo conocemos, primero debió haber existido un ave. En términos evolutivos, los científicos también plantean que la primera gallina no necesariamente nació de un huevo tal como lo conocemos hoy. El nombre de la ovocleidina-17 proviene del latín "ovo", huevo, y el griego "kleidoun", que significa "fijar". El estudio llevado a cabo en 2010 por los investigadores de Warwick y Sheffield se centró en analizar cómo se forma la cáscara del huevo, una estructura compleja y resistente compuesta principalmente de cristales de carbonato de calcio. Utilizando tecnología informática avanzada y simulaciones moleculares con una herramienta conocida como metadinámica, los científicos lograron observar el comportamiento de la OC-17 a nivel nanométrico. El Dr. David Quigley, del Departamento de Física y del Centro de Computación Científica de la Universidad de Warwick, detalló que este método permite observar las transiciones entre estados desordenados y ordenados de la materia, como la formación de cristales. El hallazgo implica que la proteína actúa como un catalizador reciclable, ya que se une temporalmente a las partículas de carbonato de calcio, desencadena la cristalización, y luego se libera para repetir el proceso, un mecanismo natural altamente eficiente y fascinante desde el punto de vista evolutivo. El descubrimiento del papel de la proteína ovocleidina-17 en la formación de la cáscara del huevo no solo arroja luz sobre una de las preguntas más antiguas de la humanidad, sino que también représenta un avance significativo en varios campos de la ciencia moderna. De acuerdo con la BBC, la generación de modelos computacionales avanzados y simulaciones a nivel nanométrico fue lo que permitió a los investigadores comprender cómo la OC-17 actúa como un catalizador natural para la cristalización del carbonato de calcio. Además, este avance también podría ofrecer una vía prometedora para la ingeniería de tejidos y órganos artificiales, al inspirarse en mecanismos naturales altamente eficientes o en la industria farmacéutica para formular medicamentos sólidos más estables, mejorando su eficacia y vida útil.