Argentina es la principal productora y exportadora de aceite de oliva en América del Sur, con una producción de 40.000 toneladas anuales, de las cuales 37.200 se exportan principalmente a Estados Unidos, España y Brasil.
De acuerdo a los datos de la Federación Olivícola Argentina (FOA), el principal productor es San Juan, con el 43% de la producción, seguido por La Rioja (28%), Catamarca (15%), Mendoza (10%) y Buenos Aires (2%).
Pero Buenos Aires pide cancha; la producción está creciendo y su máximo protagonista tiene nombre y apellido: Coronel Dorrego, un tranquilo partido en el sudoeste bonaerense, se está haciendo famoso no solo por su belleza natural, sino por su capacidad para producir aceite de oliva virgen extra de calidad excepcional.
En 2022, la producción de aceite de oliva en la región alcanzó el impresionante millón de litros anuales, con el mencionado pueblo aportando casi la mitad de esta cifra.
Las conclusiones de los técnicos fueron irrefutables: las características climáticas, en especial de Coronel Dorrego, son óptimas para la plantación de este cultivo: los suelos arenosos con buen drenaje, el clima frío del invierno y la cercanía al mar crean el entorno perfecto para los olivos.
Estos factores, junto con la amplitud térmica de la región, favorecen una maduración lenta del fruto, resultando en aceites con altos índices de fenoles y ácido oleico.
José Massigoge, investigador del INTA Barrow, nos cuenta: “El olivo es una planta rústica que necesita un buen drenaje para prosperar.
En esta región, los suelos arenosos y el clima son ideales para su crecimiento, permitiendo obtener aceites con un contenido oleico que supera el 70%, mientras que el promedio nacional es del 55%”.