La historia del olivar está intrínsecamente ligada a la evolución de los pueblos del Mare Nostrum.
Existe una marca imborrable en la cultura y la gastronomía mediterránea.
El cultivo del olivo como tal comenzó hace más de 6.000 años.
La historia del olivar, también conocido como Olea europaea, tiene sus raíces en la región que se extiende desde el sur del Cáucaso hasta la zona costera de la actual Siria.
El árbol desempeñó un papel fundamental en la alimentación, la economía y la cultura de las sociedades mediterráneas.
Los fenicios trajeron consigo diferentes cultivos, incluyendo el olivo, a España, que encontró en las condiciones climáticas y geográficas de la península ibérica un ambiente propicio para su desarrollo y expansión.
La introducción del olivo a España ocurrió alrededor de mediados del siglo XI a.C., durante la colonización fenicia de la península ibérica.
La posición actual en el sector oleico se debe también al Imperio Romano, que impulsó la expansión del olivar en España a partir de la llegada de Escipión, en el siglo III a.C.
Andalucía es hoy la región olivarera del mundo por antonomasia, aglutinando el 80% de la producción de país.
Andalucía fue de los primeros en recibir el cultivo del olivo debido a la concentración de colonias fenicias en el Sur de España.
La civilización árabe introdujo nuevas variedades en el Sur de España, participando en la extensión del olivar por Al’Ándalus.