El aceite de oliva virgen extra es uno de los pilares de la dieta mediterránea por sus numerosas propiedades.
Se trata de un alimento que no aporta colesterol, refuerza el sistema inmunitario y es efectivo contra los trastornos del sistema digestivo.
Además, posee gran riqueza en vitamina E, vitamina A, vitamina D, vitamina K y en omega-6.
La Asociación Española de la Industria y Comercio Exportador de Aceites de Oliva y Aceites de Orujo indica que el sabor ácido se detecta hacia el centro de la lengua y en contacto con el paladar.
Es al final de la boca donde se revelan el amargor o el picante.
Por regla general, la persona que degusta vierte el aceite en la extremidad de la lengua y después, mediante pequeñas aspiraciones sucesivas, lo desliza sobre el conjunto del paladar y de ahí hacia la garganta.
Este 'picor' puede ser de diferentes intensidades, ya que no en todas las variedades de aceituna es igual de fuerte.
Aceitunas como la Arbequina apenas aportan picor al aceite de oliva y, sin embargo, los productos que se elaboran con ella son tan buenos y de tanta calidad como los que se elaboran con Picual, con Hojiblanca o con cualquier otra variedad.
Según explica Víctor Pérez, ingeniero agrónomo que dirige la almazara de Finca La Torre, en Olivarum, un aceite especialmente suave es síntoma de que la aceituna estaba demasiado madura o que la variedad era muy inestable y no ha evolucionado lo suficiente.
Como decían nuestros abuelos, si el aceite pica, es que es bueno.