La sangre de animal es un alimento con una larga tradición en España que se encuentra en muchos supermercados, mercados o casquerías.
Ya sea sangre de ganado vacuno, ovino, porcino o de animales de caza, se utiliza en la elaboración de embutidos, como materia prima para determinadas elaboraciones o para mezclar en salsas.
Algunos de los platos típicos de la gastronomía española que cuentan con sangre entre sus ingredientes: las filloas gallegas, la morcilla, las tortetas aragonesas o la sangre encebollada.
También es habitual mezclarla con otros productos de casquería como el riñón, el hígado o el corazón para que el resultado sea más consistente.
Cuando se compra en el súper, ya sea en Mercadona, Alcampo o Carrefour, se vende ya cocida.
La sangre de animal tiene un importante contenido de proteínas, similar al de la carne, tanto en cantidad como en valor biológico, que es muy bueno.
Esto quiere decir que aporta aminoácidos esenciales en cantidades equivalentes a las necesidades del organismo, pero algo inferior al de la proteína del huevo ya que presenta un alto porcentaje de agua, más del 80%.
Además, su contenido en grasas es mínimo, en torno al 1%, y prácticamente no contiene hidratos de carbono, por lo que es bajo en calorías, 81 kilocalorías por cada 100 gramos, lo que convierte a la sangre en uno de los derivados cárnicos más bajos en calorías.
También hay que destacar, lógicamente, que es fuente de hierro hemo.
“La sangre es uno de ellos pero su consumo no es imprescindible ni mejor que el de otros alimentos ricos en proteínas”, explica Farré.
“No sería un alimento que recomendaría expresamente y tendría que tener precaución por su riqueza en colesterol”, apunta.
El Plato para Comer Saludable, creado por expertos en nutrición de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, señala que la mitad de nuestro plato debe estar integrado por frutas y verduras.
Sobre la otra mitad, un cuarto lo deben ocupar los cereales integrales, ya que en estos casos el azúcar tienen un efecto más moderado sobre la sangre que en el caso de los cereales refinados o blancos, que son de absorción rápida y provocan picos de insulina.
El último cuarto del plato es para las proteínas de calidad: pescado, pollo, legumbres y nueces.
Se aconseja limitar las carnes rojas y procesadas.