El hombre ha ido desarrollando diferentes artilugios y máquinas para moler grano.
Los molinos de sangre son aquellos que para su funcionamiento hacen uso de la fuerza animal o la fuerza del hombre.
En este grupo encontramos desde el simple mortero de piedra de forma cóncava donde se realizaba la trituración del grano mediante repetidos golpes con un palo o maza, con su evolución al molino de piedra de vaivén mediante el que se conseguía una molienda más eficaz.
Una evolución de este sistema fueron los molinos de piedra rotativos, en donde una piedra fija, que servía a la vez de recipiente de contención, y una piedra móvil superior que giraba sobre la primera, triturando de esta manera el grano.
Con este objeto se construyeron molinos de mayor tamaño en lo que se utilizan piedras de forma troncocónica.
La introducción de la fuerza animal y el incremento del tamaño de las piedras, permitió lograr un incremento en la producción.
Se pueden clasificar en dos tipos: Molinos de viento de eje vertical: formado por un número de aspas unidas a un eje vertical, el cual está a su vez conectado con las piedras, bien directamente o bien a través de mecanismos intermedios.
Molinos de viento de eje horizontal: Su eje no está realmente paralelo al suelo.
Los primeros molinos de viento destinados a la molienda de cereales de los que se tiene conocimiento, son «los molinos persas de eje vertical».
El molino de viento llega a España con la invasión árabe, con los «molinos de vela».