Clasificar un vino crianza o un reserva depende de las características de la uva con la que se va a elaborar y el tiempo que pasa en barrica. Los procesos de crianza se llevan a cabo de dos maneras distintas: en barrica de roble y en botella. En el caso del vino tinto, la D.O.Ca Rioja establece que deben ser vinos que envejecen tres años y que al menos uno de ellos haya sido en barrica. Algo distinto ocurre con los vinos blancos y rosados, ya que, a diferencia de los vinos tintos, el periodo de envejecimiento será menor. Para que estos vinos se consideren como crianza pasarán un total de 18 meses en bodega y seis de ellos en barricas de madera. El Coto Crianza es un ejemplo de ello, es un vino versátil, de la variedad Tempranillo. Si pensaste que el tiempo de maduración y envejecimiento de los vinos crianza era bastante, pues no es nada comparado con el proceso por el que debe pasar un vino reserva. Para que un vino sea considerado reserva debe tener una crianza mínima, entre barrica de roble y botella, de tres años, de los cuales uno al menos debe ser en barrica, seguida y complementada con un envejecimiento mínimo en botella de 6 meses. Esta pregunta es habitual entre los consumidores, los vinos reserva, por lo general, son considerados de mayor calidad que los vinos crianza, precisamente, porque su tiempo de envejecimiento es mayor y por las propias características de la uva con la que se ha elaborado. Sin embargo, no hay una máxima universal que paute qué es mejor el crianza o el reserva, este hecho no solo depende del propio vino, sino también de otros factores, aunque lo más importante son los gustos personales de cada paladar. Un vino crianza, aunque ha contado con un periodo de envejecimiento mucho menor, no significa que sea de menor calidad, en general, en los vinos crianza podemos encontrar mayor frescura que en los reservas, generalizando mucho, también un abanico de sabores más propios de la uva y su tierra que del tiempo de reposo en barrica como ocurre en los reserva.