La temperatura del vino juega un papel clave para una cata de forma óptima. Vino espumoso Si te decantas por un vino espumoso, como el cava, el champán, de aguja u otro similar, procura que en el momento que vayas a servirlo ronde los 7 grados centígrados de temperatura. Vino blanco dulce Este vino, perfecto para acompañar los postres o para servirlo durante una merienda, requiere de una temperatura de 8 a 11 grados centígrados. Vino blanco joven seco Opta por servir los blancos jóvenes secos, como podría ser el Viña Pomal Blanco 2020, a una temperatura que oscile entre los 7 y los 10 grados centígrados, como máximo. Vino blanco con crianza De 10 a 12 grados centígrados, es el tramo en el que debe situarse la temperatura de cualquier vino blanco con crianza. Vino rosado Al igual que en el caso anterior, los rosados son los mejores aliados del frío, por ello, lo mejor es que se sirvan entre los 6 y los 10 grados centígrados. Vino tinto joven El frío es el mejor compañero de los vinos tintos más jóvenes, como el Vol d’Ànima de Raimat Tinto Ecológico 2019, puesto que contienen menos taninos y contribuye a disminuir la sensación alcohólica a la que pueda dar lugar, su temperatura ideal sería de entre 12 y 14 grados centígrados e incluso, ligeramente inferior. Vino tinto con crianza y reserva A diferencia de los tintos jóvenes, los crianza tienen una carga de taninos media y un nivel de acidez que se ha reducido, bastará con servirlos a 15 grados centígrados para que seas consciente de la profundidad aromática de la que gozan y de todas sus notas. Vino generoso El vino considerado generoso, como el Jerez o el Oporto, entre otros, requieren de una temperatura de 11 grados centígrados para ser disfrutados como merecen. La temperatura aconsejada aumenta con respecto a los otros tintos y en este caso, alcanza los 17 grados centígrados, es la idónea para el vino tinto reserva y gran reserva.