El ajo es recomendable tomarlo crudo, ya que al cocinarse pierde muchas propiedades, y si puede ser en ayunas, mejor, ya que mejora el metabolismo estimulando los ácidos gástricos gracias al sulfuro de alilo y haciendo que los alimentos se asimilen mejor. Hay que tener en cuenta que el ajo crudo repite más que cocinado, por lo que una buena opción es cortarlo por la mitad en vertical, retirarle el germen, que es el brote que llevan en su interior, y tragarlo con un poco de agua. En el mercado también existen multitud de complementos alimenticios a base de ajo en formato cápsulas, mucho más sencillos de tomar. El ajo es un gran antibiótico natural, ayuda en los resfriados y catarros, y es usado desde la antigüedad por todas las culturas para fines terapéuticos. El ajo posee ingredientes activos como los fenoles y las saponinas con propiedades antioxidantes. Los antioxidantes contribuye a inhibir la formación de radicales libres y aumenta las enzimas antioxidantes celulares. También ha sido estudiado por sus propiedades hepatoprotectoras, es decir, que ayudan a proteger el hígado bloqueando la entrada de algunas sustancias nocivas y mejorando su funcionamiento. El ajo es fuente de potasio, un mineral esencial que contribuye al mantenimiento de la presión arterial en niveles normales.