La sopa de ajo es una de las recetas más típicas que podemos encontrar en nuestro repertorio.
También llamada sopa castellana, estas sopas de ajo tan sencillas no tienen apenas misterio.
Aunque tengan el apellido de castellana, esta receta de la abuela se consume también en León y en otras partes de España siendo muy popular en la cocina extremeña, en la cocina andaluza y en la cocina valenciana.
La sopa de ajo era un plato de subsistencia, humilde, que normalmente no llevaba ningún tipo de proteína animal, solo en los últimos tiempos se ha ido añadiendo jamón y/o chorizo, que le dan contundencia al plato.
En una cazuela amplia freír los panes en aceite hasta que estén dorados y reservar.
Así hacemos en esta receta, pero siempre se puede veganizar quitando las chacinas y sustituyendo el caldo de pollo o caldo de carne por un caldo vegetal.
Aunque sea una sopa, la contundencia de una sopa de ajo o una sopa castellana le permite ser un plato único bastante contundente.
En algunos casos, se puede acompañar de algún aperitivo fácil y rápido o de una ensalada para aligerar el bocado, pero una contundente sopa de ajo es un plato principal perfecto para cualquier día frío.
La sopa castellana se enriquece también con ajo que es el protagonista de la función, y a veces también con un poquito de cebolla, pero eso es en el menor de los casos.
Lo que sí es fundamental también es añadir huevo a la preparación.
Lo más habitual es hacer un huevo poché que se acaba fundiendo ligeramente con la sopa bien caliente.
Cuando ya está junto a ella se rompe bien y se mezclan con todos los ingredientes.