Para que los embutidos se conserven en perfecto estado durante el mayor tiempo posible una vez comprados, es importante seguir un procedimiento adecuado durante todo el año. Sería una lástima que la calidad y sabor del producto se viesen afectados por un tratamiento inapropiado en casa. Tanto los productos cocidos como los curados necesitan una conservación específica, que en muchos casos implica guardarlos en lugares frescos de nuestra casa o en el frigorífico. En el caso de los embutidos curados, como chorizo o el jamón serrano, lo más aconsejable es tenerlos fuera del frigorífico. Una despensa, una bodega o una alacena son lugares idóneos para una adecuada conservación de los embutidos. Al igual que en fábrica, donde el embutido está colgado en los secaderos para el proceso de curación, también es recomendable que en casa lo tengáis colgado boca abajo y separado, evitando que las piezas entren en contacto entre ellas. En el caso de que el embutido ya haya sido empezado, se debe colocar la parte del corte orientada hacia el suelo y taparlo bien para que no entre en contacto con el aire. Si bien no es aconsejable guardarlos en el frigorífico, ya que se ponen duros, si nos vemos en la necesidad de hacerlo porque las temperaturas son altas y no disponemos de una zona fresca en la que conservarlos, podemos conseguir que se ablanden después de haber estado refrigerados, colocando sobre ellos un paño de algodón mojado en agua y bien escurrido.