Las croquetas son un plato humilde por sus ingredientes, pero con un resultado espectacular, exquisito.
De marisco, setas, morcilla, jamón, pollo, espinacas, queso... las posibilidades son innumerables.
A la hora de preparar la bechamel, es posible darle un plus de sabor si utilizamos caldo hecho con huesos de pollo, jamón, carne o pescado.
Entre ellos, otro de los más utilizados es añadir restos de guisos o pucheros.
Hay quien le añade nuez moscada y pimienta.
En el caso de las croquetas de bacalao o marisco, queda muy bien agregar un poco de ralladura de limón, ya que aporta frescura y potencia los sabores.
Además, puedes congelarla.
Para ello, deja enfriar la masa en un recipiente plano con tapa, y una vez esté fría, coloca la tapa y mete el recipiente en el frigorífico 2 o 3 días.
Así, algunas de las más originales, y también más sabrosas y saludables, por ejemplo, pueden ser las croquetas de brócoli, las de berenjena o las de boletus.
El modo en que las fríes es clave para que no se rompan en la sartén.
Según los expertos, para que las croquetas queden perfectas han de freírse a temperatura constante y al mismo tiempo.
Hay que sumergirlas completamente en aceite caliente, entre 170 ºC y 180 ºC.