Los tomates son muy preciados por su frescura, sabor y versatilidad en la cocina.
Más allá de eso, los tomates también destacan por su perfil nutricional, lo que lo convierte en una opción saludable dentro de la dieta.
El aporte calórico del tomate es mínimo, porque casi un 94% es agua, pero posee minerales como potasio, fósforo, magnesio, zinc, hierro y calcio.
En cuanto a vitaminas, tiene vitamina C, E, A y algunas del grupo B.
Gracias a todos estos minerales y vitaminas, el tomate ofrece muchos beneficios:
Es antioxidante.
Ayuda a mejorar la salud cardiovascular.
Disminuye los niveles de colesterol.
Mejora la circulación.
Mantiene la salud ocular.
El tomate es un buen aliado en la cocina, tanto crudo como cocinado en salsas y guisos.
Su facilidad para maridar con tantos sabores diferentes, lo convierte en el alimento básico de muchas elaboraciones.
También puedes elaborar una sopa fría de tomate con fresas y parmesano o una sopa picante de tomate con apio, guindilla, ajo y lima.
Para hacer conserva de tomate, tan solo tendrás que seguir unos pasos: Escaldar los tomates durante 50 segundos.
Enfriarlos con agua con hielo, y pelar.
Eliminar todas las partes dura del tomate con un cuchillo.
Meter los tomates en botes esterilizados y estrujarlos bien.
Cerrar la tapa lo más fuerte posible.
Hervir los botes al baño maría durante 30 minutos, con un trapo de cocina para que no se toquen entre ellos.
Sacar los botes y ponerlos boca abajo.
En el caso de que saliera caldo del bote, deberíamos utilizarlo, si no es así, lo podemos guardar.
Los frascos de conserva, si se han cerrado y esterilizado bien, pueden durar de 12 a 18 meses.
Otra opción para conservar los tomates sería secarlos al sol, una opción que no tiene muchas complicaciones que esa: ponerlos al sol.
Si le añades sal gruesa por encima, el tomate se deshidrata y se seca mejor.
¡Cuantas más horas de sol, más rápido se secará!
Aunque no se necesitan más de 2 o 3 días.